Es difícil explicar por escrito lo que se siente al visitar las Cataratas de Iguazú por su lado argentino. Es uno de esos sitios que toda persona debería de poder ver una vez en su vida.
Los sentidos se disparan, te da la sensación de no tener el tiempo suficiente para contemplar esta auténtica maravilla de la naturaleza.
El impresionante sonido del río al precipitarse es como el grito de la naturaleza diciéndole al ser humano: “estamos aquí, este planeta también es nuestro. Cuidadnos”. Y te sientes pequeño, muy pequeño.
Un pintoresco personaje
Pero había algo especial que no sospechábamos encontrar. Paseando por el paseo inferior y, después de algún pequeño susto con los coatíes, nos encontramos con una placa que decía: “un pintoresco personaje”. El “vasco de la carretilla” que recorrió Argentina con una carretilla.
Nada más leerlo, pensé: «Este elemento solo puede ser de dos sitios, o de Bilbao o un navarro cabezón».
No me confundía. Guillermo Isidoro Larregui, nacido en 1885 en el barrio pamplonés de la Rotxapea, a los 15 años se marchó hacia Argentina. Trabajando en una compañía petrolera americana en la Patagonia y con 50 años decidió subir hasta Buenos Aires (3.000 km) con una carretilla donde portaba sus pertenencias y todo lo necesario con un peso total de 130 kg. ¿Por qué lo hizo? Cuentan que, estando en la taberna, hablando varios amigos, alguien comentó que se había cruzado el Atlántico en avión, a lo cual Guillermo respondió: “eso no tiene mucho mérito, yo subiría hasta Buenos Aires con mi carretilla”.
Me estoy imaginando la escena. Seguro que alguien dijo las palabras mágicas para que un navarro haga cualquier locura: “no hay cojones”.
Dicho y hecho. En marzo de 1935 partió desde un pueblo llamado “Comandante Luis Piedrabuena” en la Patagonia y, 14 meses y 3.000 km después, llegó a Buenos Aires. Y el bueno de Guillermo ya no paró. Realizó varias travesías a lo largo de su vida ― más de 22.300 km con su carretilla ― hasta su fallecimiento en Puerto Iguazú el 9 de junio de 1964.
Estoy seguro de que Guillermo encontró su forma de ver y de vivir la vida en ese viaje. Algunas de sus reflexiones son dignas de un filósofo de la vida.
Como él mismo decía, “cada uno tiene la edad de sus proyectos”, pero yo me quedo con esta joya escrita por el «vasco de la carretilla»: “Nadie me podrá quitar la dicha de ser dueño de mi propio destino”.
Aupa Javi! Todo se pega. Felicidades por tu primera entrada en el blog. Conozco a otro navarro un poco cabezón: conoció a una catalana hace casi tres lustros y ya no la soltó. Listo, el tío ja ja ja ja
Un abrazo. Maite.
Jajaja la que no me soltó fue la catalana a mí… ¡Muchas gracias, Maite! Un abrazo.
Hola de nuevo Ales
soy Ignacio, que comenté el post de Buenos Aires. He leído este del «vasco de la carretilla» y me ha hecho mucha gracia. Aparte de lo pintoresco de las aventuras de este Guillermo Isidoro Larregui, me parece genial que tu primer pensamiento ante semejante bruto sea: «o es de Bilbao o es navarro». Genial.
Ya te dije que soy de Donosti, y como sabes, a los navarros, aparte de denominarlos «meaplayas», los clasificamos en tres tipos: 1. Brutos; 2. Más brutos y 3. De la Ribera. Este debía ser de la Rochapea, con antecedentes de la Ribera. Sobre los de Bilbao no hace falta que haga ningún comentario adicional. Gracias por pensar con acierto que los donostiarras somos mucho más finos que todo eso.
Me pillas ahora mismo en Melbourne, de viaje con mi hija por Australia. Debería animarme un día a escribir un blog como este y contar historias. Por ejemplo, estuve hace años en las cataratas de Iguazú y todo lo que dices de la naturaleza es verdad, te sientes pequeño y tienes la sensación de que este planeta es muy frágil…
Gracias por tus posts, un cordial saludo
¡Hola Ignacio! Muchas gracias por tu comentario 🙂 Justo este post es el primero que escribe Javi en el blog y él es navarro 🙂 La verdad es que en lugares como Iguazú te sientes tan pequeño que no sabes ni cómo expresarlo con palabras… Es una maravilla. Si comienzas un blog propio, ¡ya nos avisarás para contarnos cuál es! Nos encantará leerte. Por cierto, ¡qué bonita debe ser Australia! Nosotros no hemos ido nunca por ese lado del mundo… Javi dice que algún día quedaremos para comer setas en Irurtzun, jeje. ¡Felices rutas! 🙂
Muy interesante, Javi! Yo conozco a otro vasco cabezón y mira por dónde creo que en el camino de Santiago, hace diez años, se agenció una carretilla también, aunque creo que no hizo muchos kilómetros. Un beso.
¡Cierto! La anécdota de esa carretilla en el camino de Santiago fue muy buena y pude levantarla gracias al Albariño, el pulpito y la compañía. Un besote
Precioso post. Felicidades Javier!!! Me hubiera quedado con el coatí…qué dulce!!!!os sigo encantada en facebook e Instagram!!!
Muchas gracias por tu comentario, Teresa. Pues había que andar con ojo con los coatíes, porque uno intentó robarnos el bocadillo en cuanto nos descuidamos un poco… ¡Un abrazo!