A pesar de que ya había visto muchas fotos del salar de Uyuni, la experiencia no me decepcionó para nada. Es más, me impresionó y me dejó con la boca abierta la mitad del tiempo… No sé por qué, pero cuando me subo a un vehículo con vistas a la carretera, mi mente empieza a divagar casi automáticamente. Mis pensamientos se dispersan y conecto directamente con mis sueños, objetivos, locuras…etc. Pero una vez entramos en el salar, sin ningún tipo de referencia ni dirección aparente más que el horizonte inundado de blanco por la sal, unido al azul cielo, di rienda suelta a mis pensamientos por completo, con la mirada fija hacia ningún lugar y alucinando con el paisaje.