El otro día estábamos mirando una película por la noche con nuestros amigos y, en un momento dado, pegué un bote en el sofá por uno de los sustos que daba la trama de la película. Quien me conoce, sabe que soy bastante miedosa en general, pero para las películas de suspense es algo que no lo puedo evitar. Me pongo especialmente nerviosa, incluso tensa, y me supera.
Puede que esto no tenga nada que ver con viajar. Pero, como cada vez falta menos para empezar nuestro viaje por Sudamérica, me hizo pensar y me di cuenta de que mis nervios (y miedos) también aumentan según se va acercando la fecha. Desde luego, tengo claro que existen muchas clases de miedos. En su momento conseguí enfrentarme al miedo a volar, literalmente, aunque fue sólo por un rato. Me imagino que, si me volviera a poner en situación, me volverían a temblar las piernas.