Una de las grandes lecciones que he recibido ha sido por parte de mi abuelo, Paco Les, quien aprendió a esquiar a los 50 años y disfrutó haciéndolo hasta los 92, por lo que aprendí que nunca es tarde para empezar a hacer algo que te ilusiona. Tuve la oportunidad de ver cómo se apuntó a clases de francés a los 80 años y años más tarde aún me solía enseñar los apuntes de su libreta orgulloso. Incluso después de quedarse viudo a los 90 años, tampoco perdió la ilusión por aprender y llegó a manejarse mínimamente con el ordenador, como para saber abrir e-mails y responderlos, buscar algunas páginas web en internet que le gustaban e imprimir información, etc. Ahora, ya casi con 100 años, no usa el ordenador, pero sigue sabiendo responder a las llamadas con el teléfono móvil, que siempre lleva colgado del cuello.